En una medida de protesta sin precedentes, decenas de periodistas renunciaron a sus credenciales de acceso y abandonaron las instalaciones del Pentágono luego de que se les impusieran nuevas reglas de conducta profesional consideradas excesivas por la comunidad mediática.
Las normas dictadas por el secretario de Guerra, Pete Hegseth, habrían permitido que reporteros sean expulsados si divulgan cualquier información —clasificada o no— sin que haya sido aprobada por la autoridad militar. Ante esa limitación, los medios optaron por rechazar en bloque estas disposiciones.
La Asociación de Prensa del Pentágono, junto con agencias como The Associated Press, The New York Times y medios de diversos signos políticos, instruyó a sus corresponsales a abandonar el complejo en lugar de firmar las reglas impuestas. Sólo una cadena —One America News Network— aceptó acatarlas, lo que resalta el aislamiento de su postura frente al rechazo generalizado.
Los periodistas desalojaron el edificio alrededor de las cuatro de la tarde, llevándose documentos, piezas de equipo y objetos personales. A su salida, algunas voces expresaron su orgullo por mantenerse unidos ante medidas que consideraron atentaban contra la libertad de prensa.
Aunque aún no está claro cómo se aplicarán esas nuevas reglas ni el impacto real que podrían tener, los medios declararon que mantendrán su cobertura crítica de las fuerzas armadas desde otros espacios, y advirtieron que la opción de consultar a fuentes oficiales continuará, pese a las restricciones.
Desde el Pentágono, el gobierno defendió las normas como medidas “de sentido común” destinadas a resguardar la seguridad y el orden institucional, aunque esas mismas disposiciones fueron recibidas como intentos de control informativo. Mientras tanto, el conflicto reaviva el debate sobre la transparencia, la censura y la independencia de la prensa en zonas estratégicas de gobierno.
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