Masacres en Guanajuato: comunidades religiosas y juveniles bajo fuego

La noche del 18 de marzo, alrededor de las 19:50 horas, la plaza principal de San José de Mendoza fue escenario de una tragedia que ha estremecido a toda la región. Un grupo armado irrumpió violentamente en las canchas de usos múltiples donde se realizaba una convivencia organizada por la parroquia local. Sin importar la presencia de mujeres, niños y adolescentes, los atacantes abrieron fuego con armas cortas y largas, realizando más de 40 disparos.

El ataque dejó un saldo de ocho personas muertas —entre ellas al menos un menor de edad— y seis más gravemente heridas. Las víctimas formaban parte de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Irapuato y fueron identificadas como Bruno Jesús, Miguel Ángel, Daniel, Juan Flavio, Fernando, A.R.H. y E.Y.V.R.

La Iglesia condena el crimen: “Un artero asesinato”

La Conferencia del Episcopado Mexicano expresó su profunda indignación y condenó enérgicamente la masacre, calificándola como un “artero asesinato”. En su mensaje, los obispos señalaron que estos actos reflejan una preocupante impunidad y un desprecio absoluto por la vida humana. Llamaron tanto a las autoridades como a la sociedad civil a asumir un compromiso conjunto por la paz: “Es momento de unirnos y asumir cada uno nuestro compromiso por la paz”, destacaron.

Segunda masacre: San Felipe revive la tragedia

Un mes después, el 19 de mayo, la violencia se repitió en la comunidad de San Bartolo de Berrios, municipio de San Felipe. Durante una convivencia posterior al festejo del Día de las Madres, hombres armados arribaron en varias camionetas y abrieron fuego contra un grupo de jóvenes en la plaza central. Siete personas murieron, entre ellas dos menores de edad.

Entre las víctimas se encontraban Miguel Ángel Juárez, integrante de la comunidad LGBTIQ+, y Ángel Tapia, presuntamente hijo del delegado de la comunidad. Testigos reportaron entre 50 y 100 detonaciones durante el ataque.

“Una más entre tantas”: la Iglesia exige justicia

Frente a esta segunda tragedia, la Iglesia volvió a alzar la voz. “Esta masacre, una más entre tantas que se repiten con dolorosa frecuencia, es un signo alarmante del debilitamiento del tejido social, la impunidad y la ausencia de paz”, denunciaron los obispos. Reiteraron su compromiso con las víctimas y su empeño en construir una cultura de paz, mientras urgieron a las autoridades a actuar con firmeza y garantizar seguridad.

Sin respuestas claras ni justicia

A pesar del despliegue de fuerzas federales y estatales en ambas comunidades, hasta el momento no se ha informado de detenciones relacionadas con los ataques. La Fiscalía General del Estado de Guanajuato continúa con las investigaciones, incluyendo peritajes balísticos y declaraciones de testigos.

Los crímenes en San José de Mendoza y San Bartolo de Berrios no son hechos aislados. Representan una muestra más de la violencia sistemática que golpea a comunidades vulnerables, incluso en espacios que deberían ser santuarios de paz, como los templos y plazas públicas.

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