China.- Hace tiempo que las granjas verticales, incluso las formato XXXL, como la inmensa mole de más de tres hectáreas que acaban de estrenar en Dubái, han dejado de llamar la atención de la gente. Lo que no resulta tan habitual es toparse con pocilgas verticales. Salvo que vivas, claro está, en Ezhou, una localidad de la provincia oriental de Hubei, en China. Allí, a orillas del río Yangtze, está tomando forma un enorme complejo para ganadería porcina que, una vez completado, permitirá criar alrededor de 1,2 millones de cerdos al año.
Una granja de récord para un objetivo estratégico.
No digas grande, di enorme. Que China no se arredra ante las «mega construcciones» no es ningún secreto. Y para muestra, más que un botón, tiene un buen puñado de presas, centrales hidroeléctricas, puentes y turbinas eólicas, entre un largo etcétera. Ni siquiera ese historial resta impacto sin embargo a la enorme granja porcina que está construyendo Hubei Zhongxin Kaiwei Modern Animal Husbandry a las afueras de Ezhou, una localidad de la provincia de Hubei.
El complejo cuenta con un enorme “rascacielos granja” de 26 plantas y pronto incorporará una segunda torre idéntica. El primero comenzó a operar hace unos meses, en octubre. Una vez ambas estructuras estén a pleno rendimiento, algo que se prevé que ocurra a lo largo de 2023, se espera que sean capaces de criar alrededor de 1,2 millones de cerdos cada año.
Enorme… y tecnificado. La granja de Ezhou no solo es poco convencional y enorme. Sus responsables han querido además reforzar su eficiencia recurriendo a cámaras de alta definición, cerca de 30.000 puntos de alimentación automáticos, comedores que distribuyen la comida en función de la etapa de crecimiento, peso y salud del animal o un sistema que recolecta, mide y reutiliza las heces para que puedan reaprovecharse en la generación de metano y electricidad.
Cada planta funciona como una granja autónoma para las diferentes etapas de la vida de los animales. Cuando ambas torres operen al 100% proporcionarán un área combinada de 800.000 metros cuadrados de espacio con capacidad para 650.000 animales. En cuanto a la inversión, The Guardian hablaba a finales de 2022 de 4.000 millones de yuanes, equivalente a unos 547 millones de euros.
Y tantos cerdos… ¿Para qué? Para satisfacer la demanda de un país en el que el cerdo tiene un peso clave en el menú. Al menos en 2017, según datos divulgados por ICEX, China era el mayor consumidor de carne porcina del mundo, con 54,75 millones de toneladas, el 49,6% del consumo global. El ICEX constataba además un alza de la demanda, con una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 1% a lo largo de los seis años anteriores. El consumo per cápita anual registrado por la OCDE ese año en el gigante asiático era de 30,29 kilogramos.
Además del valor cultural de su carne, como símbolo de prosperidad, la industria porcina tiene una clara lectura económica: su precio se vigila como una medida de la inflación y el país dispone incluso de una reserva de carne, creada hace décadas para recurrir a ella en caso de emergencias o estabilizar los precios si es necesario. No es algo excepcional. Ocurrió ya hace unos años, en 2019, cuando la peste porcina afectó a la cabaña porcina y derivó en un episodio de escasez.
Economía sí, pero también geoestrategia. Así es. No solo se trata de consumo. El abastecimiento de carne tiene también una importante lectura geoestratégica, sobre todo después de que las disputas comerciales con Estados Unidos y las tensiones en la cadena de suministro derivadas de la crisis sanitaria revelaran la importancia de garantizar la demanda interna. En China se consume y produce mucho, pero también se importa. En 2021 era el principal destino de las exportaciones españolas de porcino, con 1,4 millones de toneladas.
Las autoridades chinas han incidido sin embargo en que la autosuficiencia agrícola debe ser una prioridad. “Un país debe fortalecer su agricultura antes de convertirse en una gran potencia”, incidía hace poco Xi Jinping. En 2019 el país ya emitió un decreto impulsando el apoyo a la industria porcina y a lo largo de los últimos años se han creado decenas de grandes granjas industrializadas, tendencia opuesta a la experimentada por las pequeñas explotaciones: las que producen menos de 500 cerdos al año se redujo un 75% entre 2007 y 2020 hasta situarse en 21 millones.
¿Una buena apuesta? Esa es una de las grandes preguntas: ¿Es mejor estrategia criar a los cerdos en enormes granjas verticales que en explotaciones tradicionales, más pequeñas? El cambio hacia las macrogranjas se aceleró en 2018, con la peste porcina africana como telón de fondo, pero hay expertos que apuntan que torres como las de Ezhou podría agravar el riesgo que representan las enfermedades, también prevenir la contaminación.
«Los criadores de cerdos de Estados Unidos miran las fotografías de esas granjas en China y simplemente se rascan la cabeza y dicen: ‘Nunca nos atreveríamos a hacer eso’. Es demasiado arriesgado», reconoce Breet Stuart, fundador de la firma de investigación de mercado Global AgriTrends, con sede en Colorado.
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