James Hamblin desafió las normas de higiene para estudiar los efectos en la piel y el bienestar.
Cada quien se baña cuando quiere y cuando puede… o cuando logra tener algo de agua en su casa: puede ser diario, o como señala la «tradición», cada sábado. Pero James Hamblin, médico especializado en medicina preventiva, decidió suspender esta práctica de higiene por ¡ocho años!
Claro, lo hizo en nombre de la ciencia, para «estudiar los efectos en el cuerpo». Hamblin, profesor en la Escuela de Salud Pública de Yale, decidió investigar cómo las prácticas de higiene moderna afectan la salud de la piel y el bienestar general dejando de ducharse desde 2015.
La rutina de un hombre que desafía las duchas
Hamblin informó que la falta de un buen baño no representó un gran problema para él. «Me encuentro perfectamente bien. Te acostumbras. Me siento normal», afirmó. Simplificó su rutina de limpieza corporal utilizando solo jabón de manos, permitiendo que su cuerpo alcanzara un equilibrio natural con los aceites y microbios presentes en la piel.
El equilibrio natural de la piel
Hamblin descubrió que, al reducir el uso de productos de higiene agresivos, el cuerpo ajusta su producción de aceite y mantiene un entorno microbiano más estable y saludable. En su libro Limpio: la nueva ciencia de la piel y la belleza de hacer menos, publicado en 2020, describe cómo su piel se adaptó después de cinco años sin bañarse, dejando de volverse grasosa.
El olor corporal: ¿un indicador de suciedad?
Además, aseguró que el olor corporal no es necesariamente un indicador de suciedad, sino de desequilibrio microbiano, producido por bacterias que se alimentan de las secreciones oleosas del sudor y las glándulas sebáceas. Hamblin explicó que su experimento fue gradual para que su cuerpo se adaptara a no bañarse a diario, y que hubo momentos en los que consideró abortar la misión debido a sentirse sucio y oler mal. Sin embargo, poco a poco se acostumbró.
Una alternativa a los regímenes de higiene convencionales
Hamblin destacó que esta práctica no es obligatoria, sino una opción para quienes deseen explorar alternativas a los regímenes de higiene convencionales. Sugirió que adoptar duchas más cortas y menos frecuentes podría ser un buen comienzo.
Reflexiones finales
El experimento de Hamblin, aunque radical, invita a reflexionar sobre nuestras prácticas de higiene y su impacto en la salud de nuestra piel. Quizás no todos estemos listos para dejar de bañarnos por completo, pero considerar duchas más cortas y menos frecuentes podría ser una alternativa beneficiosa para nuestra piel y el medio ambiente.
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